This Wednesday began for the Catholic Christian world the season of Lent. This forty day period invites the believer to journey with Jesus through the desert and to examine deeply our relationship with Christ, ourselves and others. It is, in the spirit of St. Ignatius of Loyola, the invitation to a long retreat where we first and foremost go deep within before the Lord and “talk the real talk” with Christ. Where do we need to be healed? What is holding us back from greater love and self-acceptance? What are my fears?
Ash Wednesday at St. Aedan’s was for me a moment where much of my own spiritual work of Lent 2021 came into focus. As we opened the great doors on Bergen Avenue at 12:10 p.m. and again at 5:30 p.m., I found myself overwhelmed with feelings of anxiety. The anxiety came as I saw more people wanting to be at St. Aedan’s since before the pandemic. Our parish volunteers had to invite people to socially distance in the vestibule of the Church or wait outside. At both services the Church reached the capacity set by the Archdiocese. As I saw this unfold from the sanctuary I felt so anxious. This anxiety has plagued me since we reopened St. Aedan’s in July and my fears about the Pandemic and people becoming sick because of coming to Church. Am I doing enough to keep our people safe?
As I was wrestling with my anxieties and fears throughout the day, another feeling also seized me and that was hope. Despite a Pandemic that continues to challenge us and commentators writing articles claiming Catholics will not return to Church after the Pandemic, I realized that so many people desire the Lord, perhaps more now than ever. This same holy desire has compelled over 50 St. Aedan’s families to baptize their babies in this moment, 70 parish families to enroll their children in a totally virtual CCD and eight couples to get married at St. Aedan’s, with several others on the runway to the Sacrament. We desire Christ this Lent and in this time of Pandemic like never before.
The hope that ultimately overcame my anxiety and fears this Ash Wednesday also moved me to recognize that what makes me most anxious is something that I have so much help with and am not dealing with alone. People remained safe and socially distanced thanks to our parish volunteers who beautifully welcomed, guided and cared for all who entered St. Aedan’s. Indeed, many hands and hearts made the challenge light.
So, my work this Lent is to confront my anxieties through the incredible lens of hope that Christ reveals to me every single day, especially when we open the Church for Mass. I am not alone in these difficult times and in that holy desire of seeking God and serving God. What is your work this Lent? Where is Jesus inviting you to go in your 40 day journey with him? What discoveries does Christ have in store for you? Are you ready? Are you open?
“Lord, help me follow you into new life this Lent.”
En el mundo cristiano-católico, el tiempo de Cuaresma comenzó el miércoles pasado. Los cuarenta días de Cuaresma le invitan al creyente a viajar con Jesús a través del desierto, y examinar profundamente su relación con Cristo, con los demás y consigo mismo. Inspirado por San Ignacio de Loyola, la Cuaresma es la invitación a un largo retiro espiritual, en el que, ante todo, nos adentramos ante el Señor, y hablamos con él abiertamente, de corazón a corazón. Preguntamos: ¿Dónde se necesita la sanación? Cuáles son mis miedos? ¿Qué me impide tener un mayor amor y autoaceptación?
Este año el Miércoles de Ceniza provocó en mi interior un trabajo espíritual. Al abrir las grandes puertas del templo a las 12:10 pm, y nuevamente a las 5:30 pm, me sentí abrumado por sentimientos de ansiedad. Me dí cuenta de que muchas personas querían entrar, más personas que desde antes de la pandemia. Por el gran número de personas, los voluntarios tuvieron que pedir que algunos se quedaran en el vestíbulo donde podían mantener el distanciamiento social. Otros tuvieron que quedarse afuera en el aire libre. Al ver la aglomeración, entendí que la iglesia había llegado al límite de personas establecido por la Arquidiócesis. Y por eso me sentí muy ansioso, un sentimiento que me había molestado desde julio, cuando fue posible abrir las puertas del templo al fin de muchos meses. Desde julio no dejo de preguntarme si los feligreses pueden enfermarse por estar en la iglesia durante la pandemia, y si hago lo suficiente para mantenerlos a salvo.
Mientras luchaba con mis ansiedades y miedos a lo largo del día, otro sentimiento también se apoderó de mí: la esperanza. A pesar de una pandemia que no deja de desafiarnos; a pesar de los comentarios que afirman que los católicos no regresarán a la Iglesia después de la pandemia ---- al ver a tanta gente acudir al templo entendí que a muchos les hace falta el Señor, quizás más ahora que nunca. Animados por este santo anhelo, más de cincuenta familias pidieron el Bautismo de sus hijos en los últimos seis meses; setenta familias inscribieron a sus hijos en el curso parroquial de formación religiosa, de forma totalmente virtual; ocho parejas se casaron y algunas más van terminando la preparación para celebrar el sacramento. Es una prueba de que muchos anhelamos al Señor durante la Cuaresma y durante la pandemia como nunca antes.
Este Miércoles de Ceniza la esperanza que finalmente superó mi ansiedad y mis miedos me impulsó también a reconocer que muchos me ayudan a dominar mi gran ansiedad, y que muchos no me dejan solo en la lucha. Gracias a los voluntarios de la parroquia, que dieron la bienvenida y guiaron maravillosamente a los que querían ingresar, todas las personas se quedaron seguras y lograron mantener el distanciamiento social. De hecho, muchas manos y corazones hicieron que el desafío fuera ligero.
Esta Cuaresma tengo trabajo que hacer. Tengo que enfrentar mis ansiedades con la esperanza que Cristo me da todos los días, y sobre todo al abrir la Iglesia para la misa. No me encuentro solo en estos días difíciles, mientras sigo buscándole a Cristo con el anhelo de servirle. Y tú, ¿cuál es tu trabajo cuaresmal? En esta temporada de cuarenta días, ¿cuál es el fin del viaje al que Jesús te invita? ¿Cuales son los descubrimientos que Cristo te quiere revelar? ¿Estás listo? ¿Estas abierto?
"Señor, ayúdame a seguirte, y a gozar de una nueva vida en esta Cuaresma."
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