It’s almost Christmas! That thought in years past filled our hearts with anticipation. We looked forward to seeing friends and family. We couldn’t wait to see the look on loved one’s faces when they opened the gifts we carefully chose. Or we just wanted to enjoy celebrating Jesus’ birth with our brothers and sisters at the parish on Christmas Eve and Christmas Day. But this year is like no other Christmas we can recall. This year we journey together through a COVID CHRISTMAS. Although ever so close, Christmas may feel ever so far. Where can we turn this Christmas to experience the joy and hope of the Season?
Today’s Gospel from Luke takes us to that amazing moment where an unmarried young girl named Mary was visited by an Angel named Gabriel. In that extraordinary encounter, Mary heard an invitation that surely took her breath away. God had chosen her to be the Mother of God’s Son. In the midst of her youthful shock and fear, this young girl said YES to God. Yet before Mary’s YES the Angel Gabriel reassured her with words like these, “. . . for nothing will be impossible for God.” (Luke 1:37) Mary placed all of her trust in that moment in God of possibilities for her and declared, “Behold, I am the handmaid of the Lord. May it be done to me according to your word.” (Luke 1:38)
I encourage us as a Parish family to ponder deeply today’s Gospel as we enter this COVID CHRISTMAS. May we imitate Mary and place all of our hope and trust in a God that makes the impossible possible. God desires through our celebration of Christmas to feel strengthened, renewed and healed from the hardships of COVID and all the other crosses we have been bearing these many months. Christmas is about hope; Christmas is about a God who saves; Christmas is about the love of the Father, Son and Holy Spirit for us every day and into eternity.
May the peace and joy of Christ be with you, your family members and friends this Christmas and throughout the New Year!
¡Sin duda se nos va acercando la Navidad!
En años pasados la cercanía de las fiestas navideñas nos llenaba de entusiasmo. Nos gustaba ver a la familia y las amistades. Nos gustaba ver la sorpresa y el gozo en la cara de los parientes, al abrir los regalos que habíamos escogido con cuidado. Nos gustaba celebrar el nacimiento de Jesús con los hermanos feligreses en las misas de la Nochebuena y de la Navidad de Jesús.
Pero este año no se parece a los años anteriores. Este año andamos por territorio nuevo, temiendo una pandemia feroz. Aunque la fecha de la Navidad se va acercando, puede que el gozo de la Navidad se quede alejado. ¿Dónde vamos a hallar el júbilo y la esperanza este año?
El evangelio de este domingo (Lucas 1) nos deja ver a una jovencita soltera y a un ángel que le hace una visita. En ese instante memorable, María oyó la invitación de Dios, una invitación que le dejó sin aliento — porque Dios le había escogido para que fuera la Madre de su Hijo. A pesar del susto y del temor que la invitación ocasionó en ella, la jovencita le dijo “SÍ” a Dios ---- porque había escuchado también el mensaje consolador del ángel: “No hay nada imposible para Dios.” (Lucas 1, 37). Por lo tanto María confió por completo en Dios y le dijo al ángel: “Yo soy la esclava del Señor. Cúmplase en mi lo que me has dicho.”
Sugiero a toda nuestra familia parroquial que contemplemos el relato de la Visitación en medio de la pandemia. Siguiendo el ejemplo de María, pongamos toda nuestra esperanza y confianza en un Dios que hace posible lo que para nosotros es imposible. Por la celebración de la Navidad, Dios quiere renovarnos, darnos fuerza, sanarnos y aliviar las penas, las cruces y las demás trabas que la pandemia nos ha impuesto en los últimos meses. La fiesta de la Navidad tiene que ver con la esperanza, con un Dios que nos salva, y con el amor de Dios, quién es Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios que nos acompaña hoy y todos los días por los siglos sin límites.
¡La paz y la alegría de Cristo estén contigo, con tu familia, con los demás parientes y amistades esta Navidad y durante todo el Año Nuevo!
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