Andrew was the disciple of John the Baptist, but he knew that John wasn’t the Messiah—and that’s who he was looking for. Today, let’s reflect on this Gospel passage to give us insight into our own searching and finding.
“What are you looking for?” (John 1:38). Have you ever asked yourself that question? We all experience a longing at times—and we might not even know why. We may try to satisfy that inner ache with something fleeting, and it may satisfy us for a time. But the longing always returns, because what we are looking for can’t be found outside of us. We are searching for God.
“Come and you will see” (John 1:39). We have to be willing to take a step in faith and accept this invitation from Jesus to spend some time with him. Jesus might be inviting us to speak with him in Eucharistic Adoration or to delve more deeply into the Scriptures. He might want us to find a brother or sister in Christ to guide and accompany us. But if we don’t take that first step, we won’t be able to “see” him.
“We have found the Messiah” (John 1:41). Andrew was so excited when he met Jesus that he found his brother, Simon, and told him the good news. That’s the joy we too feel when we turn to Jesus and experience his love and mercy. We realize, once again, that only he can truly fulfill us.
We will all experience longings from time to time and feel tempted to satisfy them in the wrong places. What “wrong places” do you tend to go to? Do these quick fixes really satisfy? Today, ask the Holy Spirit to prompt you to go to the Lord when you’re feeling those yearnings. Only by making a conscious effort to “come and see” Jesus will you finally find what you have been looking for all along.
“Jesus, help me to see that only you can satisfy the deepest desires of my heart.”
Aunque Andrés era discípulo de Juan el Bautista, sabía que Juan no era el Mesías --- y al Mesías estaba buscando. Reflexionemos sobre este pasaje del Evangelio para que entendamos mejor nuestras búsquedas y nuestros hallazgos.
"¿Qué estás buscando?" (Juan 1, 38). ¿Alguna vez te has hecho esa pregunta? Todos experimentamos de vez en cuando una añoranza del corazón, y es posible que ni siquiera sepamos de donde nos viene. Podemos intentar aliviar esa pena interior con un remedio fugaz, y posiblemente nos satisfaga por un tiempo corto. Pero la añoranza vuelve siempre, porque el alivio que buscamos no se encuentra fuera de nosotros. Estamos buscando a Dios.
“Ven y verás” (Juan 1, 39). Dispongámonos con fe, aceptemos la invitación de Jesús y pasemos un rato con él. Puede que Jesús nos invite a hablar con él en la Adoración Eucarística o a profundizar más en las Escrituras. Puede que Jesús quiera que encontremos un hermano o hermana cristiano que nos sirva de guía o compañero. Pero si no nos disponemos a dar el primer paso, no podremos "verlo" a Jesús.
"Hemos encontrado al Mesías" (Juan 1, 41). Al conocerle a Jesús, Andrés se emocionó tanto que se fue corriendo para anunciarle las buenas noticias a su hermano Simón. El mismo gozo lo sentimos también cuando nos dirigimos a Jesús y experimentamos su amor y misericordia. Nos damos cuenta, una vez más, de que solo él puede satisfacernos verdaderamente.
Todos experimentaremos añoranzas en el transcurso de la vida, y buscaremos medios decepcionantes para satisfacerlas. ¿Y tú, qué haces para callar el corazón? ¿Estas soluciones efímeras realmente te satisfacen? Al sentir las añoranzas del corazón, pídale hoy al Espíritu Santo que te lleve al Señor. Solo haciendo un esfuerzo decidido por “venir y ver” a Jesús, uno alcanzará lo que estaba buscando desde el principio.
“Jesús, ayúdame a ver que solo tú puedes satisfacer los deseos más profundos de mi corazón”.
Comments